Ernest Casis fue intervenido con 70 años en un hospital de Barcelona, en el que trabajó una década, después de que el Covid-19 agravara su fibrosis quística.

El doctor Ernest Casis sentía fatiga constante, un ahogo permanente que empeoraba su vida con los años. Vivía en el País Vasco y su cansancio crónico ya le impedía practicar una de sus pasiones: pasear en bicicleta. «Se me cansa más el pulmón que las piernas», decía Casis, responsable del Servicio de Bioquímica del Hospital de San Sebastián, a su mujer tras sus largas rutas en bicicleta. Un día sin esperarlo le llamaron desde un Hospital de Barcelona para lanzarle una oferta laboral: que dirigiera la creación de un gran laboratorio de referencia en el centro barcelonés. No se lo pensó y se fue a Cataluña.

Su calidad de vida no mejoró. Tenía tos seca, fatiga y malestar. En 2018, un TAC le llevó finalmente al diagnóstico: fibrosis pulmonar. «Ahí no acabó nada, seguí empeorando aunque lentamente», dice el paciente. Fue en 2022, cuando el SARS-CoV2 le precipitó hacia el trasplante. «Me sentía ya fatal. Tras el Covid-19 mi única salida era el trasplante. Lo aceleró todo. Necesitaba más oxígeno y más medicación. Mi mujer me animó a hacerlo porque la vida que tenía no era vida».

Los doctores orquestaron su paso hacia el quirófano y en mayo de 2023 le trasplantaron el pulmón izquierdo, con cirugía totalmente robótica convirtiéndose en el segundo paciente en el mundo trasplantado íntegramente con esta técnica.

Hasta que el hospital impulsó esta técnica, la intervención se realizaba abriendo el tórax al paciente, lo que tenía un postoperatorio muy delicado y muchos más riesgos para los intervenidos. La nueva técnica, ya experimentada con éxito en un primer paciente -Xavier, de 65 años con fibrosis pulmonar severa que afectaba a su pulmón derecho- en marzo de 2023, requiere menos días de ingreso y menos complicaciones y comorbilidades.

«No operamos a todos los pacientes con esta técnica, porque aún es muy nueva, de manera que, por ahora hemos de localizar aquellos pacientes que puedan beneficiarse más de la misma», ha precisado el médico.

Ernest Casis acude al hospital a las habituales revisiones, toma la medicación pertinente para evitar el rechazo, y, aunque sabe que no podrá recuperar una de sus pasiones, hacer rutas en bicicleta, cuenta los días para hacer realidad su otro sueño: volver a «viajar libre sin el oxígeno a cuestas», algo que, según dice, “no hacía desde hace seis años.” »Cuando en mayo se cumpla un año de la operación iré a Galicia con mi esposa«, avanza a este diario. Ambos cuentan los días para el esperado viaje.

Recuerda que ya tenemos en la ciudad de Mérida el servicio de trasplantes pulmonares para ayudar cada vez a más personas que lo necesitan. Ayúdanos, tú puedes ayudar a alguien compartiendo esta publicación.

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